jueves, 3 de junio de 2010

El periodismo lo volvió indiferente ante la muerte



Sergio Ramiro Salazar Gaviria, antioqueño, 42 años y tres hijos, varios años de experiencia en periodismo y actualmente es el editor a mando del noticiero del canal Telemedellín, como cabeza de los editores, tiene la responsabilidad de que todo salga puntual, estético e informativo visualmente. Comunicador Social-Periodista de la Universidad de Antioquia, en una oportunidad se desempeñó como profesor pero no le gustó dicha labor, fue camarógrafo en noticieros nacionales; en Bogotá llegó a desempeñarse como periodista independiente (free lance). Actualmente su pareja sentimental es Daisy Peña con quien tiene un bebé de cuatro meses (Isaac).


Luego de haber intentado el periodismo en Bogotá y sin obtener buenos resultados debido a la demanda de periodistas y además porque su familia le hacía falta, decide regresar a Medellín y comienza labores en Teleantioquia, pero en la administración de su tocayo Sergio Fajardo Valderrama sale de dicho canal y se da un breve paso por UNE, allí labora poco tiempo y decide pertenecer al grupo de los desempleados; cuando en su bolsillo ya no estaba entrando plata se contacta con Telemedellín y tras los procedimientos de rigor empieza a trabajar en este canal.


Cómo vivió los años 90 en Medellín


“La sensación del secuestro es muy complicada porque lo primero que se viene a la mente es “porqué me metí en esto” “.

Sergio recuerda los 90 como los años de toques de queda, masacres, muertos, carros bomba, petardos; él en esa época estaba estudiando periodismo y a la par trabajaba para dos noticieros en Bogota, siendo ellos el Noticiero de las 7 y el Noticiero Nacional. En ese tiempo en Medellín las amenazas y secuestros hacían parte del día a día de los periodistas, quienes eran utilizados para enviar mensajes al gobierno nacional.


El periodismo estaba amenazado por todos los frentes, si hacían un allanamiento con la policía los llamaba el narcotráfico y los amenazaba, si hacían un operativo a la guerrilla, estos también los amenazaba.


Luego de un largo día y cuando el cansancio pide un poco de reposo, todo el sistema ósea y mental del hombre solo piensa en cama camita cama, y justo a esa hora en que nadie quiere salir de casa y menos de sus cobijas, el teléfono timbra y el inevitable levante del auricular no se hace esperar.


Eran aproximadamente las 12:30 de la noche cuando el periodista del momento, llamado Heiner Castañeda le dice “viejo tenemos que salir ya, no pregunte”. Sergio contesta “está bien” y se dispone a esperar que el equipo de trabajo llegue a su casa, lo recogieron y anduvieron en dos taxis alrededor de cinco horas sin saber a dónde se dirigían, Heiner en un taxi y Sergio en otro; la retención duró 10 días, Salazar aclara que los trataron bien, les brindaron buena alimentación, ropa y licor (Güisqui).


La retención la realizó el ELN (Ejército de Liberación Nacional), durante el tiempo que permanecieron privados de la libertad escuchaban al comandante que les decía que lo que ellos estaban publicando no era cierto, que ellos hacían esto o aquello, allí se dieron cuenta que los tenían totalmente vigilados en sus labores periodísticas; el ELN envió a través de estos periodistas un comunicado al gobierno nacional acerca del petróleo que por esa época ese asunto también estaba de moda.


La labor periodística


“Yo nunca había visto cosas tan macabras, por eso uno se vuelve tan frío ante la muerte, yo veo un muerto y me da lo mismo si es atropellado por un carro, o asesinado, o si murió de un infarto; para mí es igual”

El llegar a casa luego de una jornada de trabajo era más preocupante, las llamadas que entraban era para amenazar por el hecho de haber asistido a un allanamiento con la policía; palabras como “sapo” y gran cantidad de improperios era el postre que le hacían telefónicamente después de cada cena en casa.


La labor periodística era bastante complicada, cuando lo amenazaban llamaba al noticiero en Bogotá, exponía el caso y lo mandaban a hacer notas culturales, le aclaraban que dejara las cosas quietas por un tiempo para luego retomarlas.


El poder de la prensa


Para Sergio, la prensa tenía poder en los 90, las palabras que él escuchaba era “déjelos trabajar, ellos tienen que informar”. Sin embargo, aclara que Las Fuerzas Militares empezaron a manejar sus propias agencias de prensa y desmentían lo que los otros medios informaban. Se empezó a ejercer mayor control y comenzaron los decretos presidenciales, ya cualquier comunicación salía única y exclusivamente de la Casa de Nariño.


La única voz oficial era la del gobierno, por tanto la coartada a la prensa fue muy fuerte. Por eso cuando algo no era oficial el periodista decía “Ah eso no es oficial, lo siento mucho”. Derivándose de ello que no se publicara.


Sergio Salazar aclara que actualmente cuando vemos que hay operativos del ejército ellos mismos son quienes hacen las imágenes y llevan lo que quieren a los medios.


Cuando está con su familia


La vida de este hombre en su casa es tan tranquila como el color blanco de las paredes que conforman el espacio en el que vive, su casa está ubicada en el barrio Belén Fátima (Medellín) es un primer piso conformado por una sala-comedor, una amplia cocina y tres habitaciones, al llegar a casa lo único que desea es gozar de la familia y ahora sí que lo hace con mayor intensidad ya que su bebé de cuatro meses pareciera esperarlo para hacer feliz a su papá y luego poderse dormir.


Luego de jugar con Isaac y dejarlo dormido en su cuna, se dirige a su habitación, prende el televisor y en compañía de su compañera Daisy disfrutan de una buena película o de un partido de futbol, pues es el deporte preferido de este hombre de 42 años, 1.70 de estatura y 82 kilos de peso.


Los fines de semana que no trabaja en el canal le gusta salir a tomarse aunque sea una gaseosa, ir a ver una película al cine para así cambiar un poco la rutina, y el día que no sale a la calle entonces prefiere castigar su cuerpo negándole la oportunidad de probar el agua y el jabón ese día.