jueves, 30 de abril de 2009

SIMPLEMENTE UNO MÁS EN LA METRÓPOLI

Hugo es un joven de catorce años que hasta por diez mil pesos acepta tener relaciones sexuales con el primer hombre que se lo proponga, no importa si es gordo, flaco, sin dientes o si está sudoroso, lo que interesa es que entregue un billete sobre otro, para así poder llevarlo a la pieza de una residencia en el centro de la ciudad (Medellín)

Al entrar allí, Hugo se quita la ropa, se acuesta y espera que su cliente haga lo que quiera. A este joven no hay que hablarle, ni decirle qué debe hacer, porque cuando él está con su cliente hace un trabajo mecánico, es como tender la cama o doblar la ropa; se quita la camiseta estampada y reforzada en su decoración con taches plateados, desamarra sus tenis de tela imitación converse, desabrocha su correa de hebilla grande y se baja el jean, en menos de dos minutos está desnudo.

Hugo a sus catorce años tiene que cuidar su cuerpo; debe afeitar su vello pubico con cremas depilatorias porque a sus clientes les gusta verlo aseado y con imagen de niño indefenso, su piel es suave y delicada, su estatura es aproximadamente de 1.60, cabello castaño y de constitución delgada, sus músculos están poco marcados, no es alto, ni mono, ni de ojos azules; él es idéntico a una gran cantidad de jóvenes que nacieron en Medellín, pero que también pudieron haberlo hecho en Europa y ser hijos de la realeza.

Bajo su nariz tiene una tenue sombra de bozo, su sonrisa está llena de energía de inocencia que deja cautivados de amor efímero a los adultos que se acercan cada día a comprarlo como si fuera un objeto comestible.

Cuando Hugo termina su oficio, generalmente entre las 7:00 y 8:00 de la noche se dirige a su casa, que está ubicada en el barrio Carpinelo (parte alta de Santo Domingo). Allí vive con su mamá, su abuela, dos hermanas y un cuñado. Se acuesta tarde y se levanta a las 10 de la mañana, comparte con su familia algunos asuntos durante el desayuno, luego escoge la ropa que se va a poner para quedar como él dice “bien papito”. Para Hugo, conseguir un cliente no es muy fácil, pues la competencia es fuerte porque cada día llegan más jóvenes a buscar un lugar en las afueras de la estación Parque Berrio del Metro de Medellín.

En una próxima entrega más información acerca del lugar de trabajo de éste joven y de sus gustos.

jueves, 23 de abril de 2009

SANTO DOMINGO SAVIO AHORA ES UN BARRIO MÁS SABIO

Santo Domingo Savio es una de las muchas montañas que rodean la ciudad de Medellín, y esta montaña está cubierta de cartones, madera y cemento, donde el olor que se respira es a tierra húmeda y los colores que predominan son los naranjas y grises.

Quienes habitan éste lugar han vivido la transformación tecnológica del Metro cable y el Parque Biblioteca España, éste último inaugurado el 24 de marzo de 2007. El parque creó conflicto durante su construcción porque los terrenos estaban habitados en su gran mayoría por quienes prácticamente habían fundado el barrio. Hicieron una huelga de hambre de 48 horas, y algunos se amarraron a los balcones de sus casas, hasta que se llegó a un acuerdo y los lotes ocupados fueron despejados para dar paso a una construcción que actualmente es el orgullo de quienes habitan el barrio.

Claudio de Jesús Ochoa Misas, un hombre de 45 años de edad, piel morena, ojos color miel, cabello canoso, estatura aproximada de 1.75 y que actualmente está desempleado, dice que gracias a que se construyó el Parque Biblioteca en el barrio, el resto de la ciudad ahora los ve como personas importantes, y que ya no sienten el rechazo al que eran expuestos antes de la construcción, pues ahora Santo Domingo Savio es visto como un lugar más de Medellín que se puede visitar y disfrutar.

John Ochoa es un hombre de 30 años de edad, contextura gruesa, ojos verdes, piel canela, 1.80 de estatura quien viste diariamente camisetas negras pegadas al cuerpo, a través de las cuales se pueden observar sus músculos. Este hombre dedica diariamente cuatro horas al ejercicio físico, parte de ellas en el mirador del barrio desde donde puede observar la ciudad mientras se relaja.

Malón como es conocido en el sector, afirma que gracias a la biblioteca la seguridad pública del barrio ha mejorado, debido a que hay vigilancia constante por parte de la policía y del ejército. John, quien es un reinsertado de las AUC, asegura haber trabajado como vigilante durante la construcción del Parque Biblioteca por más de nueve meses, pero por motivos personales se tuvo que retirar, aunque desearía trabajar de nuevo allí; pero tiene claro que desde que la biblioteca inició sus labores, las normas son diferentes y por tanto la selección del personal también. Malón reconoce que no ha ingresado a las instalaciones, ni a consultar ni a conocer, pues prefiere observarla desde afuera y esperar a que sus hijas que visitan el lugar diariamente le cuenten cómo es, además afirma que no le gusta el Internet y que prefiere leer en su casa libros como los de la vida de Pablo Escobar y algunos que traten temas de sexo.
Y mientras alias Malón le huye al ingreso a la biblioteca, Luz Dary, Claudio y Adriana, se ponen una cita en éste lugar para leer, compartir experiencias y aprender; los tres coinciden en que les gusta el mismo tipo de literatura, la de crecimiento personal y concuerdan al unísono en que el autor preferido es Walter Riso. Allí también reciben capacitaciones para realizar búsquedas en Internet, y los fines de semana el INDER les proporciona recreación a través de los aeróbicos que se llevan a cabo en la parte exterior del Parque Biblioteca.

lunes, 20 de abril de 2009

EFECTOS SOCIO-ECONÓMICOS DEL CELULAR

Desde que el primer teléfono celular salió al mercado en 1983 diseñado por Motorola, los avances en este tipo de comunicaciones no han parado, pues su impacto ha estado atravesado por diferentes factores sociales, entre ellos los económicos, políticos y culturales; dando como resultado múltiples posiciones entre los usuarios, ya sean activos o pasivos.


Dentro de estas posiciones nos encontramos a personas adultas reacias a las nuevas tecnologías, pero que también las han hecho parte de ellas, e igualmente a aquellas que nacieron en la era del auge de las mismas, esta última denominada "Generación Einstein"

Los diferentes impactos que el teléfono celular ha provocado en la sociedad se dan a partir de las necesidades que cada persona crea en torno a ellos; pues en cuanto a lo económico ha sido un dinamizador de las funciones que la ciudad tiene como elemento comunicacional, además es un bien clave para motivar dinámicas de desarrollo. Según el economista David Tobón la preocupación ya ni siquiera es el celular, el problema es darle a la gente un suministro eléctrico para poder que este funcione. Lo cual hace que debido al mercado del celular, las telecomunicaciones se amplíen.



En cuanto al impacto cultural, el Sociólogo Juan Guillermo Molina, dice que el uso del teléfono celular se dio en primera instancia como cultura de moda, cuando llegaron los primeros celulares estos se exhibían para aparentar, y eran vistos como ello en sectores de amplia gama (a partir del estrato 5) ya que podían hacer y recibir llamadas satelitales; luego dado a los bajos costos y la democracia se pudieron comprar más fácilmente; lo que ha hecho que hasta los niños tengan teléfono celular.



Este fenómeno del celular ha pasado de un espacio privado a uno público, es por ello que en cada esquina se puede encontrar a una persona vendiendo minutos a celular a precios que oscilan entre los 150 y 250 pesos el minuto, pero esto desde el aspecto político relacionado con el espacio público es imposible de controlar.




A continuación un video en el que se puede apreciar lo importante que es para las personas de diferentes edades el tener un celular.


martes, 14 de abril de 2009

DE TODO EN CASA


Lucelly Peláez manipula con destreza el motor de su máquina de coser como si estuviera organizando su cabello para una cita importante, escoge el hilo que mejor le quede a la tela que esté trabajando, pues sabe que de su forma de pulir y coser depende que pueda pagar un arriendo, comer y mantener a sus dos hijos de 17 y 10 años.

“La máquina es mi herramienta de trabajo, sin ella no me sostendría económicamente como lo hago”.

Esta mujer de 42 años, mira desde la acera de su casa la calle de abajo a arriba, esperando que alguien se acerque a decirle “un minuto a celular por favor”. Pues Doña Lucy como le dicen en el barrio no solo se dedica a coser, también tiene un pequeño almacén o mejor llamado una miscelánea, adicional vende minutos a celular a cualquier operador.

Pero justamente el domingo 5 de abril de 2009, las calles del barrio Castilla están llenas de personas agitando sus ramos porque es Domingo de Ramos y nadie está interesado en hablar por celular, y cuando la gente pasa frente a su puerta ella se persigna, reza un padrenuestro y decide cerrar el negocio, que también es su casa, para unirse con su hijo menor a la procesión.

Horas más tarde Doña Lucy está nuevamente en casa esperando que alguien llegué a comprar aunque sea un minuto, porque ella ni el Domingo de Ramos, ni los Días Santos cose; por ello lo que haga esos días es solo lo de la miscelánea y los minutos a celular, por tanto “también hay que rezar para que la gente llegue” dice.

No obstante, Doña Lucy deja claro que la venta de minutos a celular le ha incrementado sus ingresos; hace énfasis en que “es muy aburridor cuando uno está comiendo o viendo una buena novela y tocan la puerta para un minuto”. Pero ello hace parte de su trabajo y aunque prácticamente salga con la cuchara en la mano su rostro siempre está iluminado por una amable sonrisa para sus clientes; pues tiene muy claro que si los atiende mal se van para la competencia y esa plata adicional que ahora le llega se podría perder.

Esta mujer que inició con un celular y un operador, ya tiene cinco celulares y plan con los tres operadores (Comcel, Movistar y Tigo) y está satisfecha porque gracias a la venta de minutos se puede ir a pasear y darse algunos lujos que antes no podía.

jueves, 2 de abril de 2009

CERVEZA Y MÁS EN EL PERIODISTA

Amplias zonas verdes, bloques de color ladrillo, salones de sistemas, laboratorios, aulas tradicionales y los jeans, tennis y camiseta es la pinta predominante en la universidad pública, el mejor sitio para aprender tanto de la vida académica como de la social, aquella que está en las calles y de la que solo se aprende si se convive dentro y fuera de ella. Y es que una vez se ingresa a la universidad las invitaciones a tomar cerveza no se hacen esperar, especialmente después de una semana de estudio. Uno de los tomaderos de cerveza es El Guanábano un lugar ubicado en un parque que está por el Centro Colombo Americano, donde se reúne gente de diferentes clases sociales, médicos, metaleros, estudiantes, profesores, alcohólicos, ricos, pobres, en fin, toda clase de personas, donde además se puede fumar marihuana, tomar el licor que se quiera y nadie le va a decir nada.

Este sitio ha tenido varios nombres, el primero de ellos fue “Calle de los chivos”, este se le asignó porque unas mujeres solteras que vivían en una de las casas ubicadas allí, compartían el espacio con algunos animales y a las ventanas siempre se asomaban unas cabras; luego se llamó “El Guanábano” porque en aquel sitio existía un árbol con ese nombre, y a partir de 1971 se llama “Plazuela del Periodista”, debido a que algunos periodistas solicitaron un espacio al Concejo Municipal para poner la estatua del fundador del periodismo nacional Manuel del Socorro Rodríguez en la conmemoración del bicentenario de su nacimiento, siendo este lugar el asignado para dicho evento.

A la plazuela del periodista no solo se va a beber, fumar marihuana o a consumir cualquier otra sustancia alucinógena, también se va a compartir con nuevos individuos que apenas están conociendo el lugar.

Allí la forma de adquirir la droga es bastante fácil, porque el mismo vendedor ambulante de chitos, chicles y cigarrillos es el que distribuye este tipo de mercancía, además, si ésta es escasa no hay problema porque con algún vendedor de pulseras se puede concluir el negocio; por otro lado, la imaginación de los distribuidores convierte en caletas los contadores de energía de algunas de las residencias del sector; y es que los habitantes frecuentes de la plazuela manejan una gran camaradería, pues, supuestamente ninguno sabe donde se consigue la droga, solo argumentan como lo hace Mario Vélez, un habitante desde hace siete años de este lugar, que allí no hay forma de adquirir narcóticos, que cada persona es quien la carga; pero basta con permanecer durante una hora en el sitio para saber quienes son los repartidores de los estupefacientes.

La plazuela maneja dos ciudades, la del día es solitaria y clara, están abiertos los laboratorios clínicos, La Academia de Historia, las droguerías, los restaurantes e instituciones de educación no formal, las personas transitan por allí sin ningún temor porque es un lugar de paso; y la de la noche es congestionada y oscura, los establecimientos que de día están cerrados abren sus puertas a las 6:00 p.m. para dar paso a la vida bohemia, metalera, poética, homosexual y de pasión que cada noche se vive en este espacio. Es significativo decir que la Plazuela del Periodista representa para las personas que la habitan un espacio de libertad y encuentro tanto individual como colectivo, allí se es quien se quiere ser, no se cohíbe, además, quien decide es quien lo visita, en la plazuela lo que prima es el respeto por la posición individual.

Minutero en la plazuela San Ignacio


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