Medellín usa vestidos multicolores que atrae las miradas de propios y visitantes, su aroma se pega hasta en tu sistema óseo de tal manera que cuando sientes un olor agradable automáticamente te trasladas a esta ciudad; ella permite que la observes, acaricies e igualmente penetres en sus más oscuros lugares para así descubrir nuevas posibilidades de creación para su crecimiento estructural.
Por tanto esa inmersión ha permitido la transformación de la ciudad dejando de lado un aspecto pueblerino para convertirse en ciudad moderna, y para ello se toman modelos foráneos; por eso esta niña pierde unas cosas pero gana otras, y es que Medellín es:
Y es que las ciudades evolucionan y con ello las mentalidades de las diferentes generaciones; un ejemplo es la mirada de Teresa Zuluaga, una abuela de 75 años que vive en uno de los edificios del centro y cuando habla de este espacio de la ciudad lo hace con nostalgia porque no reconoce en el mismo lo que en su niñez y juventud conoció, porque lo que le ahora le genera es desconfianza; mientras que Alejandro Peláez un joven de 17 años que vive en Manrique barrio ubicado en la zona nororiental de la ciudad, el centro es el lugar ideal para pasar un fin de semana alegre, se siente seguro, además lo ve como punto estratégico de encuentro porque todos saben cómo llegar allí